Clara soñó con ondas
gravitacionales. Ondulaciones concéntricas resultado del impacto en
fusión con el otro. Los dos jugaban a estirar y encoger la curvatura
del espacio-tiempo. Algo parecido al Nirvana.
Al despertar, era mañana
fría de un febrero bisiesto. Su primer pensamiento estaba decidido a
desvelar los misterios del Universo. Acababa de mudarse a un ático
con terraza en pleno centro. Este sueño sí se hizo realidad. Se
sentó en la cama y comenzó a teclear a la velocidad de la luz en un
portal de búsqueda de pareja. Albert Einstein impulsó su
imaginación sin límites.
Ojos verdes. Atractivo.
Cachas. De cuarenta a cincuenta. Más de metro ochenta. Sin barriga. Con pelo.
Imprescindible. Pelo rubio, moreno, pelirrojo o cano por encima de la
frente hasta la nuca. Inteligente. Que me conquiste por el cerebro y el humor. Alguien con quien conversar de todos los temas. De los
míos primero, para variar. Que me haga reír pero sin pasarse.
Abstenerse titiriteros. No vaya a ser que nos encarcelen y adiós
sueño. Quiero alegría. Mucha alegría. Y sexo. Del bueno. Que el
sexo mejore, aún más, después de la conquista y del enamoramiento.
Que sea innovador. De mente abierta para discutir con madurez
nuestras diferencias, sobre todo las emocionales, que son las que
importan. Creativo. Viajero. Sincero. Sensible. Buena persona. Que le
guste bailar. Que sepa italiano. Que no me necesite, ni sea
dependiente, pero que se entregue. Que no quiera cambiarme y que
no espere de mí nada más que lo que soy. No hay problema si no le
gustan las tareas domésticas, excepto cocinar. Mis bragas ya las
recojo yo.
Suspiró y en voz alta
pronunció las primeras palabras del día.
- Pues ya está. A ver qué
sale.
Envió. Click. Cero
coincidencias.
Las redes en internet son
más misteriosas que el Universo. No quiso borrar nada de lo escrito.
Ofrecía lo que pedía y pedía lo que quería. En espera del
Nirvana, se sentó en postura delante del muro de su nuevo hogar al
más puro estilo Zen. Entrenada con paciencia en el arte de la
observación dejó de ser marioneta de portales de citas. Entonces el
muro abrió una puerta. Entró. Tras el umbral un agujero negro
cumplía todos sus requisitos. Chocó con él.